Fotos vía redes sociales
Ciudad de México, 16 de septiembre de 2024. Anoche, ante una multitud eufórica en el Zócalo capitalino, el presidente Andrés Manuel López Obrador, en su último año de gobierno, encabezó el tradicional Grito de Independencia. La ceremonia, cargada de simbolismo y un ambiente festivo, no solo rindió homenaje a los héroes que forjaron la libertad de México, sino que también envió un mensaje contundente de unidad, resistencia y justicia social.
Bajo una luna brillante y el estruendo de los fuegos artificiales, López Obrador salió al balcón del Palacio Nacional, acompañado de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller. Con la bandera de México en mano, agitó la campana que replicaba el llamado de Hidalgo hace 214 años. “¡Viva la Independencia!”, “¡Viva México!” fueron las frases que retumbaron en la plaza, seguidas de un poderoso “¡Vivan los héroes que nos dieron patria y libertad!”, una fórmula que, aunque tradicional, estuvo impregnada de la carga política y social que ha caracterizado su sexenio.
Un mensaje de transformación.
En un discurso breve pero significativo previo al Grito, López Obrador hizo referencia a la “Cuarta Transformación”, su proyecto político que busca cambiar el rumbo del país, y enfatizó que su legado estará vinculado con la lucha por la justicia social, el combate a la corrupción y el fortalecimiento de la soberanía nacional. “Nos hemos mantenido firmes, contra viento y marea, trabajando por el pueblo, siempre del lado de los más humildes y olvidados”, mencionó el mandatario.
Asimismo, subrayó que su gobierno no se ha desviado de los principios de honestidad y austeridad que prometió desde el inicio de su mandato. Para muchos, este Grito fue una oportunidad de hacer un balance simbólico de sus seis años en el poder, en los que ha buscado impulsar reformas profundas en diversos sectores como el energético, educativo y laboral.
Un Zócalo lleno de simbolismo.
El ambiente en el Zócalo estuvo marcado por la euforia y el orgullo patriótico, con miles de asistentes ondeando banderas y portando los colores nacionales. La música de mariachis y bandas regionales resonó en cada rincón del centro histórico, y los tradicionales fuegos artificiales iluminaron el cielo, mientras la multitud coreaba al unísono “¡Viva México!”.
La decoración de la Plaza de la Constitución también fue notoria. Alrededor de la plaza, luces verdes, blancas y rojas formaban figuras de los héroes de la independencia, así como motivos indígenas, un guiño a la importancia que López Obrador ha dado a las raíces originarias del país.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando, al terminar el Grito, la multitud comenzó a entonar espontáneamente el “Cielito Lindo”, un gesto que recordó la importancia de la música popular en el corazón de la identidad mexicana.
Reacciones encontradas.
Si bien el evento fue multitudinario y emotivo, no estuvo exento de críticas. Algunos sectores opositores señalaron que López Obrador ha politizado las fiestas patrias, al vincular constantemente su proyecto de gobierno con la lucha histórica por la independencia. Sin embargo, sus seguidores celebraron el acto como una reafirmación de los principios de la “Cuarta Transformación” y el compromiso del presidente con el pueblo mexicano.
Analistas políticos destacan que este último Grito de López Obrador podría marcar el inicio del ocaso de su administración, pero también el punto culminante de su legado político. “Este evento es clave, no solo como cierre simbólico de su sexenio, sino como el recordatorio de los cambios que ha impulsado, y que busca que perduren más allá de su mandato”, señala Carlos Bravo Regidor, politólogo y analista.
Un cierre de ciclo.
El Grito de Independencia de 2024 será recordado no solo como el último encabezado por López Obrador, sino como un acto que encapsula su visión de país: un México más justo, independiente y fiel a sus raíces. Mientras el mandatario se prepara para concluir su mandato en diciembre, el eco de su “¡Viva México!” resonará por mucho tiempo en la memoria de quienes lo acompañaron en esta noche histórica.
El país, por su parte, continúa su marcha hacia adelante, con nuevos retos y esperanzas, pero también con un presidente que, hasta el último momento, reafirmó su convicción de que la transformación de México es irreversible.